El secretario de Defensa, Lloyd Austin, fue el primero en anunciar el derribo, diciendo que el globo estaba siendo utilizado por China “en un intento de vigilar sitios estratégicos en el territorio continental de Estados Unidos”. China había confesado el día anterior que el globo era suyo, si bien había declarado que este tenía fines meteorológicos civiles y otros objetivos científicos y lamentó que se hubiera desviado hacia el espacio aéreo estadounidense.
Al mismo tiempo que el globo se estrellaba en el mar, también lo hacían los intentos de arreglar las relaciones entre China y Estados Unidos. Antony Blinken, el principal diplomático estadounidense, tenía previsto visitar China esta semana, por lo que Pekín trató inicialmente de asegurar a Washington que todo había sido un malentendido. Se suponía que el secretario de Estado de EE.UU. iba a acudir para tender puentes o, al menos, intentar impedir que se destruyeran los aún existentes.
El presidente chino, Xi Jinping, tenía grandes esperanzas puestas en esta visita y, al parecer, incluso iba a reunirse con el propio Blinken. Era algo que también quería el presidente Xi, porque está buscando grandes señales en su país de que su gobierno sabe lo que hace cuando se trata de dirigir a China hacia el futuro.
Con información de: Investing y BBC.