El encuentro entre María Félix y Cartier fue magnético, y juntos crearon piezas que han perdurado en el tiempo. Gracias a su estilo, su espíritu libre y su gusto por el volumen, el color y la extravagancia, la actriz se convirtió en una verdadera musa para Cartier, compartiendo su pasión por el bestiario.
Con elegancia y distinción, María Félix supo lucir las piezas extravagantes que encargaba a Cartier, convirtiéndose ella misma en una mujer de la misma marca.
María Félix consideraba sus joyas de bestiario como sus animales fetiches, representando en ellas su espíritu guerrero y su fuerza indomable, pero serena.
De las panteras a los reptiles
En 1967, la icónica actriz encargó a Cartier un brazalete confeccionado con diamantes y ónix, adornado con dos cabezas de pantera con ojos de esmeralda. En el mismo año, también encargó un broche articulado de pantera en reposo, con las piernas cruzadas.
A pesar de haber comisionado esta última pieza, María Félix no llegó a conservarla por mucho tiempo, ya que fue adquirida posteriormente por otra gran clienta de la Maison: la Duquesa de Windsor.
Dentro de la fauna de Cartier, los reptiles ocupan un lugar especial y destacado. Desde 1910, los expertos joyeros de la maison han dado vida a los ágiles y ondulantes cuerpos de estas criaturas, creando impresionantes collares y brazaletes.